las cosas no siempre son lo que te parece...

domingo, 31 de octubre de 2010

Cap/16 HIJO NUESTRO Y DE NADIE MÁS


Cap/ 16 HIJO NUESTRO Y DE NADIE MÁS






Aquél mismo día por la tarde, después de comer, mientras Arturo y mi marido recogían el comedor y la cocina, me fui a llevar a los niños al cole. A mi regreso, ya me esperaban en el salón, charlando animadamente y con el café preparado para ser servido…

-¡Esta tarde, me quedo con vosotros! Espero no molestar…
Dijo, mi maridito, con la boca pequeña y mirando a mi amigo de reojo, al verme entrar.Le encantaba gastar ese tipo bromas.

-¡No, por favor…, cómo se te ocurre! Igual soy yo el que tendría que dejaros, si… si tienes la tarde libre, querrás hacer planes con Amèli.

Se apresuró a decir, Arturo, algo cortado.

-¡O yo…! Igual yo, decido salir y dejaros, de nuevo, solitos en casa, parejita jaja

Les dije, riendo con ganas

Ellos, me imitaron… al unísono se echaron a reír también.
-Entonces qué (solté)

-¿Qué tal si dejamos de pensar qué hacer y solo fluimos?

-¿¡DEJARNOS QUéeeee…!? ¡Para cosas raras, conmigo no contèis eh?

Dijo has ( my husband) bromeando, para invitar a relejarse a nuestro amigo…

Arturo, riendo, dijo:

-Tenéis razón. Olvidemos que somos mucho más que dos ¡Y disfrutemos la magia del momento! Jajaja

- ¡Joder, que me quemo…!
Justo en ese momento, has, con la risotada que le provocó la ocurrencia de Arturo, se echó el café encima ¡menos mal! que ya no estaba muy caliente… Y se levantó para ir a cambiarse. Mientras salía, aún bromeando, iba diciendo:

¡Está visto! esto del fluir, es una actividad de riesgo. Indicada ¡solo para mestros! jajaja.! La próxima vez me lo pensaré antes jaja…





- No quiero provocar otro accidente...cuidado, has;) pero, seguramente, os vais a reír de nuevo: Esta noche pasada, soñé que era una mujer… (dijo, Arturo, al regresar mi marido, de nuevo, al salón)

-¡Pero qué dices,! Comenté sorprendida. Mi marido, le miró interrogativamente y le dijo: “¡Cuenta, cuenta…esto da más miedo que risa jeje”

-Bueno (comenzó) no hay mucho que contar pero; sí es muy curioso. Veréis…
Pues resulta que la mujer del sueño, además, era la autora de un libro que se estaba promocionando en ese momento. Y, que, además, estaba teniendo muy buena acogida…, El libro en cuestión, era muy especial para ella. Trataba un tema autobiográfico… Y, “lo más interesante”, la historia de ese libro de mi sueño, justamente, era esta que estamos escribiendo entre los dos, Améli…Mi historia.

-¡Entonces no es tan raro! –dijo has,- estás tan metido en tu relato, y compenetrado con mi chica que… que ya hasta sueñas con el libro y que además sois uno, ella y tú,... me la robas hasta en sueños, ¡eres un máquina, viejo! jajaja… ¡menos mal que no soy celoso!

-Bueno, puede ser jajaja… No vas mal, en realidad, yo estaba como otras veces de testigo, más bien me sentía e en el corazón de la autora, o en el recuerdo, porque… creo que estaba muerto.

Mi marido y yo nos miramos, no sabíamos qué decir, era como si nos estuviera anunciando:” eres tú esa mujer del sueño… la que terminará y firmará esta obra, y yo, me habré ido, amigos”

Él continuó:


-De todos modos, no es que le busque explicación, solo quería comentarlo con vosotros…

- Ya, perdona… si te entiendo, pero es que yo, no lo puedo evitar, siempre busco explicaciones a todo… ¿No te lo ha comentado nunca mi mujercita?¡es lo que tiene ser científico jeje!

-Pues, la verdad… (Arturo se quedó cortado ahí, no sabía qué contestar y yo intervine)

-¡Mira que eres reyezuelo, amor! ¡Como si nosotros…! Y me cortó para decir o rematar la frase:

-¡Ya, cariño…quieres decirme, que uno, cuando estás con tu amigo, no cuenta ni existe ¿no? jajaja

Y se echó a reír. Menos mal que Arturo ya sabía que era muy bromista y enseguida comprendió que iba a lo que iba… para terminar el asunto respondí:

-Pues más o menos como yo para ti cundo estás metido y concentrado en tus estudios… Entonces, Arturo, me interrumpió…

-Mira, hombre, te voy a demostrar que eres parte importante, a pesar de lo que dices, y que no nos estorbas, al contrario… Voy contar ahora mismo lo que toca para hoy…

-De verdad, Arturo, no pienso que os estorbo, en serio… Tampoco tú lo eres nunca para nosotros, para nuestra familia. ¿Lo sabes verdad? Solo bromeaba…

-¡Claro que sí, hombre, tranquilo… Pero de todos modos, igualmente: Hoy toca un tema algo delicado, pero no me molesta que tú estés escuchando, en absoluto (antes o después lo sabrás). A no ser, claro, que tú prefieras… prefieras esperar a que te lo cuente Amèli que tiene mejor voz que yo y es más amena para ti…

-¡Eres un canalla, tío! Me estás echando jajaja

-No, solo estoy avisando que lo que toca te…me... que prefiero…

-¡Vale, vale…! Lo pillo. Me voy al ordenador, adelantaré tarea para mañana… Me viene perfecto, gracias, generoso…

Cuando salía por la puerta, le grité: “¡oye has! Mi amor”

-¡No!, ahora no me llames, guapa, has elegido quedarte con tu amiguito pues…

-Querido... Solo quería recordarte que te toca recoger a los niños;)

-¡Anda que… ya os vale eh! Os dejo, ¡me largo…!

Aún así, a los dos segundos, se asomó y nos dijo:

-¡Tranquilos que ya me fui! (menudo payaso -pensé-… pero le adoro)



Después que nos tranquilizamos de todo lo anterior, le pedí a mi amigo que continuase con el relato.
Arturo comenzó…


Hoy, amiga, hablaré de mi origen. La parte que conoces, es la que yo creí como auténtica durante mucho tiempo, al igual que Laura.
Ahora, es el momento adecuado para que conozcas lo que descubrí, de ello, cuando regresé a España avisado del infarto de mamá.

Verás… Después que le dieron el alta y volvimos del hospital, un día, hablando de su salud, le pregunté acerca del infarto; si fue provocado por alguna impresión, o fue algo sin causa aparente. Pues los médicos, me habían contado que no quiso hablar sobre este asunto con ellos. Y me preocupaba que hubiese sucedido algo que la tuviera inquieta o asustada.

Ella, ante mi pregunta, respiró profundamente. Se acercó a mí y me miró. Tomó mi cara entre sus manos y besó mi frente…Volvió a respirar, me pidió que la acompañase y me sentara cerca de ella. Despué, comenzó diciendo:

“¡Ay, hijo! Hay algo que no te he contado aún. Algo que ni yo misma sabía ni hubiera imaginado nunca ¡ni en pesadillas!.Y ¡Ojalá! No lo hubiera sabido, así no me vería en la situación de tener que contártelo. Pero siento que tienes derecho a saberlo. Se trata de ti y además, es importante para que seas tú quien decidas si… si”

La vi tan vencida que la interrumpí, Améli.

-Déjalo, no te preocupes, por favor. No me importa lo que sea. No tienes que contarme nada más. Lo que importa ya lo sé…

Me moría por saber qué era aquello, pero ¡qué podía hacer! Amiga…

“No, Arturo, (respondió) es algo de suma importancia para ti. Al menos, así lo estimo. Por eso, desde esa creencia, tengo que ser consecuente conmigo y… Contártelo. No podría morir en paz con ese secreto en mi pecho.”

-Si hablar conmigo te ayuda a liberarte, adelante, madre… Te escucho. Entre los dos, seguro que lo vemos, tal vez, como algo menos...

Ella, me interrumpió para continuar su relato...


“Tú, hijo mío, recordarás que fue tu abuelo el que consiguió salvarte de la muerte a la que aquella mujer (tu madre biológica) te había condenado… Pues, aunque tu padre aceptó casarse con ella y dejarme a mí, para salvar tu vida, luego, al morir él, volvías a estar en situación de condenado a muerte ¿comprendes?

Tu abuelo, después del funeral de tu padre, vino a verme.Quería salvarte, convencera a quella mujer de que... Me preguntó, si yo estaría dispuesta a hacerme cargo de ti, a hacerme pasar por tu madre con todas las consecuencias que eso conllevaba… Tendría que salir del pueblo inmediatamente, y dejar el rumor de que iba embarazada de su hijo, recientemente fallecido. Me dijo, que si yo aceptaba, él se encargaría del resto. Que no quería imaginar entregarte en una inclusa ¿comprendes? Que antes dejaría que esa mujer hiciera lo que pensaba hacer… No te imaginas lo que sentí, hijo. No lo dudé un segundo. Pero también pensaba en mis padres, en la vergüenza y sufrimiento que eso les ocasionaría. Pronto, comprendí que siendo todo ello doloroso, para mí, no había nada peor que dejar morir al hijo del hombre que tanto amaba. Él lo había entregado todo por ti… y yo también lo haría. Él, deseó, lo sé... que tú hubieras sido hijo nuestro... Así, me ilusioné, tú serías nuestro, ¡solo nuestro! y de nadie más ¿Comprendes? Para mí era como conseguir hacer realidad mi sueño de unirme con él eternamente… tú serías ese nexo sagrado de nuestro amor, nuestra alianza...

Al fin, a pesar de la oposición y ruegos de mis padres, me puse de acuerdo con tu abuelo para huir del pueblo. Dejando, eso sí, una carta a mis padres en la que les contaba que en cuanto “diese a luz” les avisaría de dónde podían ir a vernos. Sabía que me perdonarían y vendrían en nuestra ayuda, en cuanto supieran dónde podían encontrarnos. Ya sabes tú, cómo eran de buenos y generosos tus abuelos… y ¡cuánto te querían, hijo!

Pasé los meses de tu embarazo en un convento…El mismo, en donde una noche trágica, se presentó, por fin, tu abuelo con tu madre… a punto de dar a luz. A la mañana siguiente, tú ya habías nacido y te recibí, temblando y emocionada, en mis brazos; pero… Pero tu madre murió sin llegar a ver la luz de ese día, que para mí, a pesar de esa tragedia; fue maravilloso y feliz...Sentía que contigo, recuperaba, de algún modo, a tu padre. Y la esperanza renació de nuevo en mi vida...La muerte y la vida siempre de la mano, inseprables, ya ves…

Allí estuve contigo casi un año… Yo, ayudaba lo que podía en el convento, y las monjitas, me ayudaron a sacarte adelante, mientras me enseñaban cómo cuidar de un niño pequeño.Siempre les estaré agradecida por el interés y cariño que pusieron en los dos.

Una de las monjas, era hermana de tu abuelo (paterno), gracias a eso, todo se pudo conseguir en absoluto secreto. La idea, era que cuando nacieras, figuraras como hijo mío y que tu madre pudiera salir de allí, una vez recuperada, como si no hubiera pasado nada y, sin saber, a quien iban a entregar al niño… Tristemente, no sucedió todo como esperábamos y hubo que… Tu abuelo nos había engañado a su hermana y a mí, a todos... Cariño:
Ante la muerte de ella durante el parto, confesó que… que la había retenido contra su voluntad, y que nunca estuvo de acuerdo con él, que lo que quería era abortar y olvidar….
Al parecer, el padre de ella, a pesar de que su hija fuera bastante independiente, hacía meses que al no tener noticias de la hija, había denunciado la desaparición. Temía que intentando abortar le hubiera pasado algo, denunció que iba embarazada… Tu abuelo, decidió huir. Decidió que saldría de España, aprovechando que estábamos muy cerca de la frontera con Portugal… Pero antes, arregló con su hermana, que el niño, tenía que seguir siendo para mí, que no lo entregarían a la familia de la madre, que al fin y al cabo no te habían querido nunca tampoco.


En aquél convento, había otras mujeres, otros niños… y otras jóvenes embarazadas, algunas, dejarían allí a sus hijos después de dar a luz. Por eso, cuando la guardia civil fue avisada y fue a tomar cuenta del suceso, no sospecharon nada raro. Las monjas dijeron que aquella mujer llegó después de haber dado a luz, que la llevó un hombre que luego marchó sin avisar ni dar seña alguna…Contaron que ella iba mal y no pudo contar nada.

Así quedó la cosa, creyeron que habrían entregado por ahí al hijo o que habría nacido muerto y lo abandonaron.

Cuando, por fin, mis padres me consiguieron una casa en la ciudad, marchamos de allí y nunca más volvimos ni supimos de las monjas.

Tu abuelo, nunca volvió a España. Quedamos en no tener contacto alguno para que nadie pudiera comprometer tu futuro, apartándote de mí.

Y así lo cumplimos, hasta..." En ese momento mamá se levantó, yo la seguí...

" Hasta que hace poco, rompió ese pacto y alguien vino a verme de su parte… Se trataba de una persona contratada con el fin de encontrarme y entregarme una carta suya…

Mi infarto, hijo, sobrevino, a raíz de ella.

Me contaba que no quería morir sin… que quiere conocerte. Quiere verte Arturo. ¡ exige verte porque dice que tiene derecho a ello! Dice…, que quiere nuestro perdón ¡a buenas horas! (es un cabrón, perdóname hijo, pero ese hombre es un canalla, un asesino…) Y, dice que se encuentra muy mal y que además, a pesar del tiempo transcurrido, tiene miedo a la justicia (no me extraña). ¡Menos mal! Que no imagina que vives en Francia… Arturo."

-Pero mamá, ¡qué importancia tiene! No sé porqué no quieres que,¡¡ porqué le odias así?… Yo estaría encantado de ir a ver a mi abuelo…

"¡Calla hijo! no digas eso, por Dios, ¡si supieras…! No creas que este hombre es como era mi padre. Mi padre sí era un abuelo, un hombre bueno que… que te quería, que respetaba y amaba a los suyos. Pero este, este es un …"

-Se echó a llorar, Améli… lloraba y lloraba desconsolada mientras repetía siempre lo mismo: “¡Si tu supieras, hijo, si tú supieras!”

Cuando consiguió clamarse, se dirigió hacia su cómoda. Abrió uno de los cajones y de una caja sacó un papel arrugado mil veces y luego estirado… Me lo alargó diciendo:

“Esta es la carta, cariño. Para mí, este hombre, a pesar de lo que dice, carece de todo derecho sobre ti. Pero tú, sí tienes el derecho de saber la verdad. Aunque a veces, la verdad sea trágica y muy dolorosa, mi niño. Lo que vas a saber es terrible. Eso fue lo que casi me cuesta la… la vida.

Quiero, también, decirte algo. Algo, que he pensado detenidamente: Si a pesar de todo, quieres ir a conocerle, te ruego que lo hagas, solo en caso de ser por deseo tuyo, no por cumplir el suyo… ¡Ese hombre solo merece nuestro desprecio, Arturo! ¡El tuyo, el mío y el de tu pdre! No olvides nunca que eres hijo nuestro, solo nuestro: De Miguel y Laura.
Y si vas dile… dile, que ni en la hora de la muerte le perdonaría yo ¡NUNCA! (Díselo así hijo)”

-¡Dios…! Cuanto odio Y dolor resbaló por cada una de sus palabras, amiga mía…

Intenté calmarla.

-No te preocupes mamá… Si tú no quieres, si tanto te duele lo que haya hecho mi abuelo, pasaré de él. Te prometo que no iré a verlo, la verdad, nunca le necesitamos y ahora menos ¿no? ¡Tranquila, mamá no me asustes!

Más que abrazarme, cayó en mis brazos derrotada… No era capáz de imaginar qué cosa tan terrible le contaba mi abuelo en su misiva, pero lo que fuera, para ella, era como una daga que segaba su vida cada vez que pensaba en ello…

La acerqué a su sillón y la ayudé a sentarse. Y le ofrecí un vaso de agua para que pudiera tragar la pastilla que acaba de poner sobre su lengua… Recostó su cabeza sobre la butaca y cerró los ojos. Subí sus piernas sobre la banqueta y la cubrí con la mantita. La besé en la frente y me senté a su lado… No me atrevía a apartarme de su lado. Al ratito, vi que dormía y respiraba sin agobio alguno.

Entonces, busqué, en mi bolsillo, aquél papel arrugado decidido y leí...
...

Amiga, que horror...Qué horror y desesperación puede provocar, a veces, un descubrimiento.

Leyendo la confesión de aquél hombre, pude comprender porqué mi madre se sintió perdida ¡herida!, porqué donde antes nació una sonrisa, brotó, después, sangre como de una herida…

UNA HERIDA DE MUERTE.


……………………

domingo, 24 de octubre de 2010

Cap/15 -Sentir/Vivir (montando en bici;)



Cap/15
Sentir/vivir

-¿Por qué me miras así?
- ¿Así…?- Me preguntó Arturo, aún, ensimismado-
- No sé, estás como apasionado, al tiempo que idoooo….
Suspiró, como recobrándose, de… y me dijo:
- Creo que has dado en el clavo, querida…Mirarte en tu ir y venir, mientras arreglas la comida me sumergió en un estado meditativo…(le miré sorprendida e interrogativa)¿…?
- Sí, en serio…,
- miras cada ingrediente y le tientas a dejarse hacer entre tus manos… les sacas partido, como el cantero a la piedra. Los desnudas, los transformas y mezclas con otros… prendes el fuego y... Colocas, te olvidas... Mientras sacas unas cosas, y recoges las otras; sin olvidar un detalle, concentrada. Miro el ritual y me hace sentir, especialmente, bien… tranquilo. Lo haces con cierto ritmo, en orden… Como si fueran pasos de un baile. Elegantemente. Como digo; igual que si se tratara de una danza reglada y que al tiempo tú liberas para el que lo observa inmerso y llevado por ella. Me quedé en estado meditativo, sí, como una hoja mecida en el agua…
-
- ¡Ay Arturo! Con tu manera de sentir y expresar tus sentimientos ¡me haces tanto bien! (él como si no me hubiera oído, continuó)
- …
- Creo que tus movimientos son intuitivos, artísticamente, encadenados y que encajan sí o sí… Como sin estar hechos a medida, pero que en cuanto se enlazan quedan perfectos. No te has confundido, ni equivocado al hacer, deshacer… ¿Has oído hablar de esas personas que no son elegantes por lo que se ponen sino que hacen elegante lo que llevan…?No es natural ¿Lo ensayas verdad? (dijo bromeando, al final)
-

-¡Jajaja, Ay, Arturo!, ¡cómo eres! Todo lo conviertes en algo especial ¿Te has dado cuenta? Y sí, cada día, suelo, más que ensayar, practicar este baile con cacerolas, sartenes, y viandas jajaja…

-¡Ríe, ríe…! No te avergüence reírte de tu viejo amigo… Pero en cualquier caso, me reafirmo en lo dicho: ¡Tienes mucho arte, cocinil Améli! jejeje

-Bueno, algo de razón hay en lo que… ¿No dicen que la cocina es un arte?

-Sí, eso dicen jeje, pero digo yo, que algo tendrá que ver en ella el autor en cada caso ¿no? ¡Creeme! Cuando yo me muevo en mi cocina intentando hacer algo, soy un auténtico patoso… Doy mil vueltas sin sentido, me confundo otras mil…Y organizo un caos, a pesar de lo ordenado que me gusta ser. Tú misma dices que te mareo si me miras en ese brete… En cambio, viéndote a ti,… bueno, ya lo has visto, ¡casi entro en trance!

-¡Jajaja! Bueno, la verdad es que estabas algo ido sí…

- Y tanto, querida, ha sido un placer mirarte: ¡Si el arte fuera un vestido, el tuyo, sería de novia, mi niña! –me dijo guiñándome-

¡Ven aquí, viejito, menudo piropazo! Te has ganado un abrazo y repetir, hoy, en cada plato jejeje
¿Sabes?
Me encanta verte así, contento. La verdad, Arturo, es que esta mañana cuando te vi entrar… me disgustó verte tan tristón, bastante…

-Ya, sí… ¿No traía buena cara eh?.. Es que ponerme a escribir y recordar…, me ha dejado algo tocado y triste, sí…

-Leerte ha sido maravilloso, ¡sorprendente!, Arturo ¡Emocionante! Pero comprendo que para ti haya sido un ejercicio bastante duro…

- Sí, lo ha sido, querida… Mientras escribía, parecía revivir, estar dentro de aquello que relataba,… o estar viviendo, de nuevo, todo lo pasado. Y aunque, a veces, fueran momentos crueles, no me importaba… Lo que me vencía o afectaba de verdad; era despertar y volver al presente. Comprender y aceptar nuevamente ¡Qué lejos quedaba todo! Me sentía como si me hubieran robado los año, mi vida… de repente ¡De nuevo!
- Ahora mismo, aún lo siento …¡La echo tanto de menos! Sé que no es bueno para mi corazón, pero no sé cómo se olvida, amiga. ¡Cómo se deja de anhelar lo que amas! ¡Ah…, lo siento, perdona, mi niña! Menos mal que estás tú, que estáis todos vosotros. Me habéis ayudado mucho, mucho.
-
- ¡Ay Arturo, como me dejas! Tal vez, no deberías haberte puesto a escribir. Al estar solo, te metiste demasiado en el recuerdo, perdiste de vista el momento en que estabas y como dices, ¡en apenas un día te robaron tantas cosas…! ¡Lo siento, lo siento tanto!
Fui a abrazarle pero me detuve… vi que buscaba anhelante algo en un bolsillo de la chaqueta. Sacó una pequeña pastilla y se la llevó a la boca. Le acerqué un vaso de agua y bebió un poco. Me miró triste, dolorido… Le besé en la mejilla y le abracé.

-¿Te duele mucho, querido?
- A veces, tengo la sensación de que el corazón va a romper la pared de mi pecho y me va abandonar, amiga, me ahogo, de verdad…. Supongo que quiere abandonarme como castigo a todo el daño que le he causado…

-¿Estás de broma verdad, Arturo? -Pregunté preocupada-.

-Sí, claro que sí, no lo tomes en serio… pero no creas; me siento mal, a veces, por haber causado tanto dolor a un órgano tan generoso, sensitivo y trabajador… Aunque, supongo, que eso del sentir es algo inevitable.

-¡Qué hermosa palabra esa, no Arturo? “El Sentir” ¡Cuánto significado!

- Desde luego que sí, amiga mía… Después de todo, quien no siente, no puede decir que viva “viva e intensamente”. Supongo que, esencialmente, todo es más o menos importante, o intenso, dependiendo de cómo lo sientas tú íntimamente.

- Entonces, querido, eso explicaría las grandes diferencias que surgen, tantas veces, entre unos y otros… (le comenté, pensativa)

- Pues no lo había pensado, pero, seguramente, tiene mucho que ver con todo eso que dices. ¡Cuantas veces! ante un hecho; unos reaccionan dándole importancia y otros apenas ninguna. Tiene, desde luego, que depender de cómo lo pueda sentir cada persona…

- ¡Mira tú, por donde;) Acabo de recordar un incidente que me contó mi madre cuando yo era muy niña. Y me gustaría compartirlo contigo a ver qué…

- ¡Adelante…! Te escucho.

- Mi madre era muy respetuosa con los animales, a pesar de que según me contó, en sus tiempos, no se les tenía muy en cuenta. Apenas nada…, solo se les usaba en lo requerido, se les alimentaba y cuidaba lo justo…

- Sí, así lo tengo entendido también, querida…

- Pues verás, un día, ella estaba saliendo de su casa. Era temprano, se dirigía al trabajo y, justo en ese momento en que salía, el basurero, estaba encarado con su mulo porque no quería tirar del carro, cargado( al parecer) excesivamente, de la basura... Según me contó, el hombre, le gritaba barbaridades, pegándole; al mismo tiempo, con una vara y salvajemente. Mi madre, ante aquella crueldad, no pudo aguantarse y a pesar de su juventud, se puso ante el despiadado basurero… fuera de sí, le insultó, le gritó y le señaló que lo que tenía que hacer era poner otro mulo. Le dijo que con un solo animal no era suficiente para tirar de tanta carga…Le amenazó, con que si seguía pegando al pobre mulo, llamaría a los guardias…

- ¡Tremendo, cariño, qué salvajada! Pero muy de la época, seguro…

- Bueno, Arturo, creo que se armó un gran escándalo. Salieron vecinos a las ventanas, a la calle… y mis abuelos, incluso. Aquello fue sonado y contado en el barrio durante años, me dijo. Mi madre, también, me confesó, que con el tiempo, comprendió que aquél hombre no es que fuera un canalla, (aunque estuviera bastante embrutecido por su modo de vida) si no que, sencillamente, para él un animal, no pasaba de ser una herramienta más de trabajo. Y solo sabía que si se le pegaba o se le asustaba de algún modo, el animal sacaría fuerzas de su terror para sobreponerse a la debilidad y seguir tirando del carro, (de puro miedo e instinto de supervivencia, claro)… Él, solo conocía la reacción a algo y lo ponía en práctica, sin ver nada más allá, ni buscar otras soluciones… y por tanto, sin sentir que hacía algo dañino, sino algo que necesitaba hacer para poder cumplir con su trabajo…

- Sí, creo entender a donde vas, querida…

- Quiero decir, Arturo, que…,

- que él no daba importancia a aquél hecho cruel cometido contra otro ser, mientras que mi madre, sí lo sentía profunda e íntimamente, como una agresión y abuso que la hacía sentir un gran sufrimiento… Como decías, un mismo hecho, es importante para unos y para otros no significa nada; en profundidad digo… que depende del sentir: de si siente algo o no siente… Bueno, no sé si me explico muy bien…

-¡Qué instructiva historia esa, Améli! Sí, lo has explicado bien… Si te fijas, aquél hombre, (el basurero) se perdía una parte de la vida. La parte que no podía sentir por una falta de conciencia o comprensión que le impedía tener empatía con los animales.

-Así, puede ser. Sí, amigo, tienes muy buen ojo;)
………………………..



Esta conversación… o hermosa reflexión, tuvo lugar, por la mañana; al día siguiente de que le llamara para decirle que ya había leído todo el envío que me dejó por mail. Cuando le llamé, le pedí que me dejara ir a su casa, que quería verle enseguida…, pero me contó que estaba en la cama un poco destemplado. Y no quiso aceptar mi propuesta de ir yo a su casa. Me prometió venir él al día siguiente por la mañana y quedarse a comer con nosotros…

-¡Dame un poco de tiempo, Améli, necesito dormir! -Me dijo-. Le respondí que sí, pero que si no aparecía a primera hora en casa, como otras veces, me plantaría yo en la suya.
Me costó trabajo dormir aquella noche…
¡Qué lentas pasan las horas cuando deseas que amanezca cuanto antes! Estaba preocupada por él.

Ahora, Por fin, respiraba más tranquila. Arturo estaba en casa y, poco a poco, el sol iba brillando en la mirada de mi amigo…yo, me sentí segura viéndole y sintiéndole a mi lado...

domingo, 10 de octubre de 2010

Cap/14 EL AMOR BASTA, amor...






“LO SABIA”
"Sabía que estaban ahí,
que tus palabras iban y venían,
que hablaban de mis manos
y mis pies,
mis ojos y mi boca,
alrededor de mi cabeza.
Que buscaban el horizonte
de mi línea más recta,
más distante y oculta.
Lo sabía y dejé
que cruzaras mi umbral
con tus palabras."
Ana María Drack

(Del poemario De dos en dos)




Cap/14 EL AMOR BASTA

Como te contaba, querida Amèli, en cuanto reaccioné me levanté y seguí a Marion…

Se había ido al dormitorio. Antes de entrar ya la oía gemir desconsolada. Al entrar la vi echada sobre la cama. Al fin se había dejado llevar por el dolor que la consumía, silenciosamente, hasta ese momento… Volví a sentir pánico, ¡se la veía tan hundida! Realmente sufría como si fuera responsable de los malogrados embarazos.

Me senté a su lado y comencé a acariciar, con mimo, su hermosa cabeza. Después, al ver que no me rechazaba me eché a su lado y la abracé, pero no sabía qué decir…Lloré en silencio, pidiendo a Dios que nos ayudase. Es horrible sentirse impotente ante el dolor de alguien amado…” ¡Ayúdame a ayudarla, Dios mío!” esa era mi persistente oración.

¡¿Por qué el ser humano siempre está dispuesto a cargar con culpas desconocidas, imaginadas,.. y se entrega tan fácilmente al sufrimiento haciéndose verdugo de sí mismo?
Aunque, Marion, tuviera un sentido interior que la comunicase con una memoria antigua… todo era, en este plano, algo inconsciente que la llevaba a una presunción absurda y masoquista ¡cómo sufría tanto por algo que no conocía y, que, como supuesto, parecía una locura!…
No podía comprenderlo. Yo mismo, que sí conocía los hechos acontecidos, sin embargo, no sentía culpabilidad o responsabilidad alguna, ni en ella, ni en mí mismo.
Ese sistema de pago que le habían contado no tenía sentido fuera del pensamiento humano. Solo humanamente se practicaba la condena y el castigo. Si había algún tipo de continuidad en la experiencia del alma no podía ir por ahí; otra cosa era, la ignorancia y que ante ella, se hubiera buscado e interpretado con arreglo a nuestra idea mental de lo que significa justicia.


Mi abrazo y cercanía, parecía haberla reconfortado, ya no lloraba con tanta intensidad y sin control. Se volvió y se apretujó contra mi pecho buscando calor, consuelo… Me incorporé para coger la manta que había doblada a los pies de la cama. La extendí sobre los dos. Atraje a Marion y pasé mi brazo bajo sus hombros, rodeándola con él; mientras con la otra mano iba limpiando sus lágrimas y acariciando ese rostro tan amado…

-Nunca imaginé que se pudiera amar tanto, amor mío. ¡Te amo más que a mí mismo!
-¡Te quiero tanto, Marion!
Así fue como pude hablar de nuevo, de puro amor incontenible. Deseaba tanto arrancarla de aquél dolor…Continué:

-Me gustaría tener alguna solución a esa tortura. He estado pensando en eso que crees. Me gustaría intentar ayudarte a cambiar esa idea… Siento que es vital que cambies de pensamiento, que empieces a dudar, al menos, de un supuesto tan humano y cruel…

La besé y le pregunté: -¿Me dejas intentarlo, mi vida?

Levantó su cara hacia mí… Sus ojos, enrojecidos y llorosos, suplicaban, más que pedían: “¡Por favor, inténtalo!”

Todo sucedió imprevistamente, como dije. Como si de puro amor, algo en mí hubiera tomado las riendas… yo no había pensado siquiera en hablarle de mis reflexiones y mucho menos en contarle lo que sabía (me asustaba demasiado el posible efecto que le causaría descubrir, en tal momento, algo así) no había pensado nada, qué podía decir… Solo sentí que necesitaba y quería ayudarla, y ella; necesitaba y quería que yo lo intentara al menos. Eso era lo importante, el camino había sido abierto por los dos…

Comencé:



-Escúchame… Si hay, como supones, un pasado terrible, no podemos borrarlo o arreglarlo con nuestro dolor ¿…?. Solo podemos intentar aceptar, aún sin comprender… Como si fuéramos los padres de una criatura. ¿Recuerdas la historia del hijo pródigo, cariño? Pues algo así es lo que digo. El padre, ante su vuelta, tenía dos opciones: La del reproche, el castigo y consiguiente sufrimiento. O, la que tomó:
Salió al camino a recibirlo en cuanto le dijeron que se acercaba. Lo abrazó. Y, organizó una fiesta de bienvenida para su amado hijo. Hay quien dice, que era tan buen padre que eligió el perdón. Sin embargo, lo que siento yo, es que como amaba tanto a su hijo lo que más necesitaba era abrazarlo y festejarlo, verle y ser feliz a su lado. Y, el hijo, a pesar de cualquier hecho pasado, comprendió que a los ojos del padre, su amado padre, siempre sería inocente y… y libre

En ese momento, amiga… vi a Marion sonreir y llorar tranquila, agradecida…

Animado, seguí:




-Los trigos, cariño, también fueron verdes o inmaduros antes de ser pan para todos…

Nosotros, mi vida, también, somos un fruto. Todos, (los frutos) en el comienzo, están pendientes de madurar.
Escucha: antes de dorarse, cuajar y transformarse, el trigo fue vano y verde. Tierno y también fértil; aunque solo en potencia. Es una promesa en plena metamorfosis. El tiempo y las distintas estaciones por las que pasa lo hace cambiar constantemente hacia la madurez plena.

Respiré y tomé aire, la estreché emocionado…

- Tal vez, tú y yo, aún solo seamos eso: una promesa. ¿Y, acaso no es algo bello e inmensamente hermoso?
Aceptemos lo que nos ha deparado la vida sin saber porqué, con su misterio y dudas… pero con la mirada puesta un poco más allá.
Sin el egoísmo y sentimiento humano, que nos lleva a creernos indignos, o culpables de algo, cuando no se cumplen nuestros íntimos deseos. O, cuando nos sobreviene lo que entendemos como desgracia y fracaso en la experiencia personal.

Ella, también me estrechó como asintiendo en lo que decía yo. Y seguí…

-Tal vez, tengamos que mirar de otro modo, ¿no crees cariño?
… y como digo, cuando no sabes, cuando el misterio es indescifrable, tendríamos que confiar.

“¿Confiar en…?”( me miraron y preguntaron sus ojos.)

-Confiar, por ejemplo, en que si la vida no te da la explicación de algo,, tal vez, sea más como bendición que como un castigo ¿…?

Su mirada seguía interrogativa, pero muy interesada y agradecida en la reflexión…Que no sé de dónde me iba surgiendo, amiga mía, aunque supongo que son los guiños del amor. ¿No crees?

Me sentí como un abuelo, que consuela y entretiene, con un cuento, a un niño; pero era un cuento, amiga, que sentí y agradecí como del cielo y no una fantasía de mi mente…

Seguí:

-¡Cuántas veces, mi amor, hacemos cosas que después, al recordar, nos torturan!
Y supongo que no se olvidan porque son parte de un trabajo y es necesario contar con ese conocimiento y lo que nos ofrece. Pero; más allá, existe el misterio. Y nuestro olvido, de ese más allá, puede que se de por amor… para que podamos recuperar la inocencia, de nuevo, y la esperanza. Algo que por inmaduros e inconscientes pudimos perder momentáneamente, en un posible pasado. Si el amor nos hace inocentes,¡ porqué torturarnos nosotros!

No sé porqué, al pronunciar esa última frase, a Marion, se le iluminó la cara…

- Aceptemos, aunque no conozcamos de donde viene, la posible causa que provoca esta negación a nuestro vivo deseo de ser padres. Tenemos que reconciliarnos con la vida y perdonar…tal vez perdonarnos a nosotros mismos; pero solo de la ignorancia, que es la única responsable del daño que podemos hacer o hacernos…

A pesar de lo mucho que había cambiado su semblante,, Marion, aún se quejó:

-Este dolor es inmensamente cruel, Arturo, es de los que no se curan… (Comprendí que había acertado al no contarle lo que había descubierto)

Le dije:


-Por favor piensa en lo que te he contado, cariño… Si la vida nos ha unido no es para castigarnos…
Si fuera así habría fracasado ¿ Verdad? Le dije sonriendo

Ella se echó sobre mí y respiró, de nuevo, más tranquila… Acaricié su pelo.

Recuerda:


-Algún día los trigos fueron verdes porque esa es su naturaleza.
En ese momento no germina su semilla, no por un castigo, no porque sean malos…
Es solo, que aún están inmaduros.

-Ahora mismo, tengo entre mis brazos lo que más amo. Aunque hoy, haya tristeza, tengo amor y “nada me falta”… soy feliz en medio de nuestras lágrimas…. Nuestra alegría volverá… Saldrá el sol y volveremos a cantar. Sonará la música, y volveremos a bailar bajo la lluvia.

Me incorporé, y mirándola a los ojos le dije:

-Ahora… Y ella me interrumpió:


-Sí, por favor, ahora… ahora, te deseo con toda mi alma, Arturo.


-Sí, mi amor… Ahora, olvidarás tu dolor.

Comencé a besarla… Fui bajando hasta su vientre. Imprimiendo en él mis besos y todo mi amor.
…….


Poco a poco, amiga, Marion fue recuperando su actitud positiva, y avanzaba por la vida con su gracia y fuerza de siempre. Nunca volvió a hablar de culpas y castigos. En aquella ocasión, llamé, pedí y fui atendido.

Una noche, estando ya enferma y cuando apenas le quedaba tiempo que compartir conmigo, al irnos a dormir, antes de apagar la luz me dijo:


-¿Sabes? Conozco una vieja costumbre finlandesa.
A Marion le gustaba mucho contarme historias. Y a mi me gustaba escucharla. Me dispuse encantado, pues, a ello… Dijo:

-Los amigos colocaban en el ajuar de los novios, tres frambuesas secas. El presente, representaba tres deseos para la felicidad del matrimonio:

Amor, hijos y salud

De esos tres dones, nosotros solo tuvimos uno: El amor, Arturo.

No sé porqué no tuvimos hijos, ni porqué mi enfermedad está a punto de separarnos, pero…Hay algo que quiero decirte, algo que tú me contaste un día y que cambió para bien mi manera de sentir:

Dijo:

Siempre tuvimos el mejor de los presentes; el verdaderamente imprescindible: El amor. “El amor basta” ¿Recuerdas? Después de aquél día, cariño, nunca volví a sentir la falta de los hijo, ni culpa alguna,, aunque los deseara. Y a lo largo de esta enfermedad, tampoco me he sentido infeliz, ni castigada, aunque hubiera querido sanar.
Soy Feliz y tengo paz…porque tengo amor. Nos amamos locamente y tanto a ti como a mí, fue él…el amor, el que dio razón a nuestra vida, salvándolas de pensamientos tormentosos y a la vez, que estúpidos, graves.

Confié, hice bien, acertaste Arturo: Nos bastó el amor.




"Mis palabras"

"Mis palabras te buscaban
buscaban el camino de tu alma
susurrando preguntas
confesando certezas
acunando un sentimiento antiguo.
Mis palabras en tu oido
se durmieron
abrazaron tus recuerdos
despertaron tu deseo
de palabras.
Entonces tú dejaste
la puerta abierta
sabiendo
que mi voz te buscaba.
Lo sabías y dejaste
que cruzara tu umbral
con mis palabras."

(Sobre un poema de Ana María Drack)
Autor del poema: Javier Gutiérrez





....

Autor de este video: Javier Gutiérrez
http://www.javiergutierrezpalacio.com/index.html





domingo, 3 de octubre de 2010

Cap/13, El anuncio de Marion



Cap13, Tengo algo triste que anunciarte (1)





Habían pasado solo tres días desde el funeral de mamá y no veía el momento de mi regreso a casa…

¡Qué extraño! Quién lo hubiera pensado antes. Esta casa era, o, había sido, mi hogar mucho antes, la casa donde me crié. Aquí pasaron mis años de niño, desperté a mi adolescencia y viví la primera juventud.Y de hecho, a pesar de mi marcha, nunca dejó de ser mi casa, puesto que era la de mi madre. La misma casa, donde vi por primera a vez a Marion, sin imaginar lo que llegaría a significar en mi vida, cómo la llenaría y marcaría para siempre con su amor.
Porqué de pronto, este sitio, ya no lo siento igual, a pesar de … Siempre, pensé, hay algo más que convierte un lugar en nuestro hogar, y, ese algo, es lo que le da o, quita, sentido a una casa para convertirse o, dejar de ser, ese inconfundible refugio seguro y nutriente.

Al momento, recordé, “ese algo” que ahora daba ese sentido de hogar al nuevo refugio en París, al tiempo que se lo había quitado al hogar de Laura. Sí, era ella… eché de menos a mi amada esposa ¡cómo deseé tenerla a mi lado!

Y qué raro eco tuvo aquél calificativo en mí. Nunca pensaba en Marion con esa designación.
. “Mi mujer”… Así era como la sentía y señalaba. Así la pensaba o nombraba: “Mi mujer.” Esa, era la frase corta, que tanto abarcaba, con la que; desde mi alma, asaltaba mi boca, llenándola, de la sensación más dulce y placentera jamás imaginada que… Que jamás se transformó o dejó paso a un sentimiento de indiferencia al recordar el lazo que nos unía.

Pues, tristemente, amiga, no me permitió, el corto tiempo de nuestra vida en común, descorrer el velo de la rutina, que según cuentan otros, acaba trastocando la mayor felicidad y las más grandes pasiones, tantas veces, en hastío o aburrido transcurrir…

No sé, Améli, si esa carcoma hubiera hecho mella en nuestros corazones. Solo puedo suponer, imaginar y… y mis anhelos y ansias por su amor, jamás saciados, se revuelven por dentro gritando que nunca, que nunca, nuestras emociones hubieran sido plato de termitas.

Unos ruidos en la puerta de entrada, me sacaron de la ensoñación. Será la hija de D. Rodrigo, supuse. Desde que volvimos del hospital, mi madre y yo, se empeñó en ocuparse de traernos, cada día la comida, así que le dejamos una llave para que entrara cuando le viniera mejor, había de sobra, confianza y cariño en nuestra relación para ello.

Me levanté de la mesa, ocupada por los documentos que tenía por rellenar, unos, y para repasar, otros. Y me dirigí hacia la cocina donde, imaginé que la encontraría. Pero al salir por la puerta de la habitación que ocupaba, me quedé sin palabras ante la visión, no daba crédito a lo que…

-¡Marion…, tú?

Sí, amiga, allí mismo, frente a mí, estaba ella. Se acercó de prisa y nos abrazamos. No sabría decirte cuanto tiempo estuvimos así, no fue poco, desde luego. Ella, estaba muy mal, querida. Me bastó verla ese par de segundos, antes de nuestro abrazo, para saber que había vuelto a abortar…

Su voz, rota, rozó débilmente mi cara:
(1) -J’ai quelque chose de triste à t’annoncer

-¡Oh, Marion, mi amor.

Tomé su cara entre mis manos, la amargura contraía su boca y un halo oscuro rodeaba su bella mirada. Besé sus labios, sus ojeras, su frente… Su cara acabó húmeda por mis lágrimas, sin embargo ella… ella no lloraba, a pesar de la angustia que transmitía.
La abracé fuerte, ella recostó su cabeza sobre mi hombro. Besé su pelo y oprimido por dentro le dije:

-¡Cómo no me llamaste mi vida…! ¡Hubiera ido contigo enseguida!
Y estreché firmemente y con cuidado, ese cuerpo tan amado y que tan dolorido buscaba el mío … Ella, amiga, no decía nada. Solo intentaba refugiarse dentro de mis abrazos, más y más, como haciendo un hueco para desaparecer dentro de mi pecho. Cuánto dolor me transmitió sin apenas palabras…

Le supliqué que dijera algo.

-Dime algo, no te calles así, mi amor.

Solo fue capaz de decir: -Lo siento, no puedo. Casi no tenía voz.

Así, solía reaccionar siempre ante el dolor, era incapaz de hablar, no podía, y el silencio se convertía en dique de una presa, que la ahogaba en sus emociones dolorosas sin dejar salida. Poco a poco, la había ido conociendo y observando esa reacción en ella... El dolor podía destrozarla por dentro, sin ruido, casi sin una lágrima… No sé porqué le costaba tanto llorar.

En ese momento, entró su madre con un par de maletas… Ella, se separó de mí. –Voy al baño. Dijo con un hilo de voz.

Su madre y yo nos abrazamos.

-¡Ay, Arturo, hijo!
-Cuánto dolor, cuánto. Lo siento, lo siento tanto, Arturito! ¡Esta puta vida, no se cansa, cual madre radical, de darnos lecciones a base de…de bofetadas… ¡Cómo echo de menos al padre de Marión! Aquél genio suyo, aquél carácter capaz de asustar y espantar el dolor de nuestra niña… ¡es tan impresionable, Arturo! No sabes cuanto siento en estos momentos, tan tristes, con mi prima aún caliente, darte más pesar pero… (La pobre, no pudo más, Améli, se le acabó la fachada y se derrumbó)
-¡Ay!, cariño, estoy asustada ¡Mi hija está muy mal, cielo! Ha perdido la esperanza. Apenas come, no habla. Pero lo peor, como siempre, Arturo ¡no es capaz de llorar! No echa nada fuera ¿comprendes? No puede seguir así ¡tienes que ayudarla a echar fuera esa angustia, hijo!

Me dejó, no sabes, o sí… imagina. Porque Marion iba de fuerte y segura siempre, cómo romper esa fortaleza, aunque fuera tantas veces falsa, si era la que la mantenía… y tuve miedo… ¿y si era peor?

La madre de Marion, después de comer, nos dijo que había quedado de acuerdo con Leo, -la hija de D. Rodrigo- para pasar la noche en su casa. Decía que nosotros necesitábamos estar solos. Y además, nos animó y convenció para que saliéramos a pasear y tomar el aire. Me recordó a mi madre, siempre ocupándose de ayudar y facilitar las cosas a los que amaba; no podía negar, desde luego, que eran de la misma familia.

Cuando salíamos por la puerta dijo:
-Os dejaré todo organizado. Cuando volváis, ya me habré ido… Pasaré la tarde y cenaré también con ellos. Ni se os ocurra ir a buscarme.

Al regresar del paseo, tenía la impresión de que Marión tenía mejor aspecto. A ella, el ejercicio, en vez de cansarla le daba siempre más energía y ánimo. Pensé entonces, que también el reposo largo que había tenido que sufrir, habría desgastado su vitalidad.
Me comentó que le apetecía darse una buena ducha y ponerse ropa más cómoda…

-Genial. -Le dije-
_ -Se me ha ocurrido que, mientras, yo bajaré a por algo que…, bueno venga, vete a la ducha, yo vuelvo enseguida.

-No tardes, por favor. Pidió

-Pues claro que no, voy aquí mismo, al lado. Además, mira, me llevo el móvil, si ves que tardo, me llamas. Pero seguro que soy yo el que tiene que entrar al baño a buscarte…Me acompañó a la puerta, le di un beso y le guiñé un ojo cuando la puerta del ascensor se cerraba…

Volví enseguida y entré directo a buscarla. Ella estaba saliendo de la ducha en ese instante…

-¡Qué te dije? ¡Ya estoy de vuelta!

-Pero Arturo, porqué entras sin avisar, ¡mira como estoy!

-Oye, Marion, ¿no crees que ya es tarde para pudores? Le dije bromeando

Se envolvió rápidamente en la toalla y la sentí temblar, esquiva… Me mordí la lengua.
_Bueno, perdona, lo siento… solo quería decirte, enseñarte…mira lo que fui a comprar, tu helado preferido. Pensé que después del buen ejercicio que hemos hecho, nos sentaría bien…

Me interrumpió.

-Sí, me parece bien…, déjame ahora. Saldré enseguida y…y perdóname tú también, por favor. Fui a acercarme a ella, pero me detuvo:

-Enseguida salgo… ve a preparar los helados.

Se podría decir que me echó, amiga. ¡Qué preocupado me quedé! Nunca la había visto, así, distante conmigo, nunca.

Dejé el helado en la nevera. Y sentí que también yo necesitaba una ducha. Y, que si me daba prisa, estaría listo antes de que ella saliera a buscarme. Pues dicho y hecho; me fui al otro baño.
La ducha me sentó mejor, aún, de lo que había imaginado. Me cambié rápido, apenas “un segundo”.

Cuando entré en la cocina, Marión estaba echando caramelo caliente, como nos gustaba, sobre los helados. Me miró de reojo ¡está preciosa! (pensé). Dijo:

-Yo también te quiero
_No estaba pensando eso, lista.

Se sentó y me invitó a lo mismo, poniendo mi helado frente al suyo. Me senté, donde dispuso ella, un poco lejos para mi gusto.

-No lo había imaginado así. –le dije-

-¿Qué estabas pensando, entonces…?

¡Vaya!, la curiosidad gatuna, seguía intacta. Pensé: Mi Marion, no puede estar muy lejos de su gata.

Contesté a su pregunta:

-Pensaba que estabas preciosa.

Intentó disimular, pero se notaba mucho, cómo le gustaba que pensara así y más, que se lo dijera…

-Y…y ¿Cómo lo habías imaginado?

Volvió a preguntar. Le dije:

-Pues tenía la ilusión de tener cerca, muy cerca, alguien que he echado mucho de menos.

Ella, me miró con arrepentimiento, apretó mi mano y por debajo de la mesa, tocó, con uno de sus pies (desnudos) los míos…

-Bueno. –insistí-
-esto está mejor pero, yo tenía pensado algo más cercano aún…
Y me levanté con el helado en la mano. Sin otra opción le dije:

-Vamos, coge tu helado y ven conmigo, anhelo de misentrañas masoquistas.
¡uf!Al fin respiré más tranquilo, la vi aguantarse la risa, Amelí…

La dirigí hacia el salón. Al lado del balcón, había situada una chaise long… La giré de frente a él. Me eché primero y después, le pedí a ella que viniera a echarse conmigo.

-¿Qué tal, amor, estás cómoda? Ya verás qué tonos, rosados va tomando el cielo. Muchas tardes, mientras lo veía, aquí solo, pensé en lo que me gustaría compartirlo contigo…



-Sí, Arturo… Has tenido una buena idea. Me siento muy bien así, contigo. El cielo está precioso… Y lo del helado, de verdad ¡Me encanta, está riquísimo!

Solté mi helado y la agarré por la cintura…Ella, continuó diciendo:

-Desde que te fuiste, no había vuelto a tomar uno ¿Sabes? Ni se me ocurría ni me apetecía nada…nada, y además, a los pocos días de marcharte tú, sucedió todo.

También ella dejó el helado…Besé su pelo y esperé que continuase…
-¡Ha sido terrible! Cómo siento fallarte de nuevo…
se acurrucó, hundiéndose, contra mí.

-¡¿Cómo dices… qué es eso de que me has vuelto fallar!?

-¿De verdad piensas que yo puedo sentir algo así, Marion?

-No, claro que no piensas así, sabes de sobra que no… Pero tú, tú si lo piensas, verdad? Eres tú la que siente que fallas en algo. En algo, además, de mucha importancia como es o son los hijos…
- ¡Claro! Es eso. Te castigas tú misma por una causa o culpa imaginaria; pero intentas,…buscas descargarte en mí… hacerme, o convertirme en tu verdugo… por eso te disculpas.
¿Es o no es eso lo que parece?...
Callé asustado, empezaba a comprender el distanciamiento y la frialdad con que me trató en el baño. Me asusté…

-Marion, ¿Qué intentas? ¿Qué esperas de mí? ¿Qué has imaginado que debería hacer ahora… Ahora que por tercera vez, has perdido un hijo? ¿Culparte?

Mientras hablaba, había intentado cambiar de postura, levantarme, levantarla, volver su cara, que me mirase… pero no lo había conseguido… Ella se había acurrucado, de lado, sobre mí y no había manera de moverla fácilmente, y no quería forzarla.

-¿Te has preguntado porqué nos haces esto, Marion?
-¿Qué es lo que buscas con ello?

¡No ves que es, además de estúpido, doloroso y sin sentido alguno?

Fue entonces cuando se levantó y se revolvió contra mí…

-¡Es eso lo que crees, Arturo… que malparir a tus hijos es algo estúpido?

Estaba volviendo mis palabras contra mí, conscientemente, quería manipularme.

Comenzaba ya, a sentirme alterado pero me controlé, intentando tranquilizarla. Me estaba dando cuenta de que quería una excusa para escapar de mí. Mi presencia le hacía sentir peor aún de lo que ya se sentía…

-No tergiverses, cariño, no eso, y lo sabes, lo que acabo de decir…

Se sintió atrapada… me dio la espalda y se fue hacia el balcón. Lo abrió. La seguí; estaba agarrada a la barandilla fuertemente, el aire frío de la noche otoñal, ya entrada; la hizo temblar.

-Marion, volvamos dentro, te vas a enfriar…

No respondió ni hizo intento alguno de volver. Sabía que estaba en medio de una crisis nerviosa, no sabía muy bien qué sería mejor o peor. Entré dentro por una manta y salí de nuevo con ella. La envolví y la abracé con cuidado, esperando a ver su reacción… No me rechazó.

-Te amo, Marion… no podría soportar que me echaras de tu vida. No somos culpables. Ni tú, ni yo…, serénate, amor.

Me pregunté porqué el ser humano es tan complejo, tan dado a hacerse daño a sí mismo. En ese momento ella me habló.

-Arturo, hay algo que quiero contarte…

¡Gracias Dios mío, al fin…! Intenté darle confianza y animarla, le dije:

- Lo que tú quieras, cariño; pero por favor vamos dentro ¡estoy temblando de frío!
-
No hizo amago ni de sonrisa; pero al menos, consintió… Se volvió y entró. Después entré yo y cerré el balcón. Mientras, ella, salió de allí. Oí ruido en la cocina. Cuando entré, ya estaba sentada en el mismo sitio donde se sentó anteriormente. Ahora, en vez de dos helados, había sendos vasos de agua, uno frente al otro. Estaba claro, que quería mantener cierta distancia. No comenté nada. Me senté y esperé a que ella rompiera el silencio…

-… Después de este nuevo aborto, el ginecólogo, volvió a decir que no encontraba nada físico que lo provocase. Y ya sabes, que, después del segundo, buscamos alguna causa psicológica y no encontraron, tampoco, en el estudio que me hicieron, ningún rechazo inconsciente hacia la maternidad, ni hacia ti, ni hacia los bebés.
Así que, sabiendo todo esto ya, con este nuevo fracaso, me sentí muy perdida… Me dije, que si no era físico, ni psicológico, tenía que haber una causa más allá de esta vida.

Ya sabes, que hay gente y libros que hablan de la reencarnación… Se me ocurrió pensar que la causa podía estar en algo así. Busqué y comencé a leer. Efectivamente, encontré cosas, información… Hablaban del karma. Decían que nada quedaba en el aire, sin atar, sin repercusión…

Calló un momento, intentó respirar profundamente sin lograrlo. Tomé las manos de ella, que se revolvían, nerviosas, sobre la mesa… Me miró con los ojos empañados y volvió a repetir la misma frase, en francés, que me dijo a su llegada:

- J’ai quelque chose de triste à t’annoncer

La vi ahogada, intentando estallar:

-Arturo yo… yo creo que hice algo muy malo como madre, algo horrible…. Y ahora…ahora estoy pagan…

No pudo terminar, salió corriendo de allí… (En cuanto reaccioné la seguí).

Pero, querida Amèli, permite que interrumpa el relato, pues, quiero que sepas, que mientras Marion me contaba…, a mi mente, sincrónicamente, vino el recuerdo de lo sucedido la noche en que murió mamá… ¿Recuerdas lo que te conté de aquella presencia, la de aquella mujer que fue mi madre biológica. La que tanto daño, caprichosamente, provocó en su vida y entorno. Pero, que en esa señalada noche, me hizo, sin embargo, incomprensiblemente, sentir inmensamente feliz, tal y como me sentía con Marion?

¿Comprendes, amiga, lo que estoy intentando decir?
Sí, Améli, lo vi claro. La que pudo ser y me abandonó, como madre, y Marion eran, no la misma persona, pero sí el mismo alma. Un alma que sí tenía memoria y de algún modo la transmitía…, aunque no quisiera transmitir culpa alguna.

El ser humano, percibe lo malo que hace como falta a pagar y busca un precio con el que comprar su liberación. El precio de algo valioso, amiga, siempre es el más alto para cada uno.

Sí, amiga… Lo que Marion estaba suponiendo, era real… Lo que le sucedía, lo estaba provocando "una experiencia de vida pasada", una vida, en la que intentó matar al hijo que llevaba aún en su vientre, “yo mismo”.

Pero también vi claramente,amiga, la culpabilidad propia que me correspondía y que antes había ignorado. Porque también mi alma compartía la misma que Miguel, ¿Recuerdas? Y la memoria estaba en mí, aunque de manera inconsciente.

Miguel, en principio, aceptó hacerse cargo de su responsabilidad y casarse con mi madre para que ella no me abortase pero… Pero después, conocemos (por la experiencia que viví) que hubo dos caminos escogidos por él. En uno, “abandonó, prefirió morir”. En otro, no renunció a su vida con Laura y "me negó la oportunidad de nacer".
Y, aquella mujer, perdió el hijo que esperaba.

Por eso, Marion, me señalaba también como culpable y por tanto, víctima. Algo dentro se lo hacía sentir. Y, con razón… Porque nuestras almas, ya se conocían y tenían la memoria común de aquellas experiencias...