Cap/ 16 HIJO NUESTRO Y DE NADIE MÁS
Aquél mismo día por la tarde, después de comer, mientras Arturo y mi marido recogían el comedor y la cocina, me fui a llevar a los niños al cole. A mi regreso, ya me esperaban en el salón, charlando animadamente y con el café preparado para ser servido…
-¡Esta tarde, me quedo con vosotros! Espero no molestar…
Dijo, mi maridito, con la boca pequeña y mirando a mi amigo de reojo, al verme entrar.Le encantaba gastar ese tipo bromas.
-¡No, por favor…, cómo se te ocurre! Igual soy yo el que tendría que dejaros, si… si tienes la tarde libre, querrás hacer planes con Amèli.
Se apresuró a decir, Arturo, algo cortado.
-¡O yo…! Igual yo, decido salir y dejaros, de nuevo, solitos en casa, parejita jaja
Les dije, riendo con ganas
Ellos, me imitaron… al unísono se echaron a reír también.
-Entonces qué (solté)
-¿Qué tal si dejamos de pensar qué hacer y solo fluimos?
-¿¡DEJARNOS QUéeeee…!? ¡Para cosas raras, conmigo no contèis eh?
Dijo has ( my husband) bromeando, para invitar a relejarse a nuestro amigo…
Arturo, riendo, dijo:
-Tenéis razón. Olvidemos que somos mucho más que dos ¡Y disfrutemos la magia del momento! Jajaja
- ¡Joder, que me quemo…!
Justo en ese momento, has, con la risotada que le provocó la ocurrencia de Arturo, se echó el café encima ¡menos mal! que ya no estaba muy caliente… Y se levantó para ir a cambiarse. Mientras salía, aún bromeando, iba diciendo:
¡Está visto! esto del fluir, es una actividad de riesgo. Indicada ¡solo para mestros! jajaja.! La próxima vez me lo pensaré antes jaja…
…
- No quiero provocar otro accidente...cuidado, has;) pero, seguramente, os vais a reír de nuevo: Esta noche pasada, soñé que era una mujer… (dijo, Arturo, al regresar mi marido, de nuevo, al salón)
-¡Pero qué dices,! Comenté sorprendida. Mi marido, le miró interrogativamente y le dijo: “¡Cuenta, cuenta…esto da más miedo que risa jeje”
-Bueno (comenzó) no hay mucho que contar pero; sí es muy curioso. Veréis…
Pues resulta que la mujer del sueño, además, era la autora de un libro que se estaba promocionando en ese momento. Y, que, además, estaba teniendo muy buena acogida…, El libro en cuestión, era muy especial para ella. Trataba un tema autobiográfico… Y, “lo más interesante”, la historia de ese libro de mi sueño, justamente, era esta que estamos escribiendo entre los dos, Améli…Mi historia.
-¡Entonces no es tan raro! –dijo has,- estás tan metido en tu relato, y compenetrado con mi chica que… que ya hasta sueñas con el libro y que además sois uno, ella y tú,... me la robas hasta en sueños, ¡eres un máquina, viejo! jajaja… ¡menos mal que no soy celoso!
-Bueno, puede ser jajaja… No vas mal, en realidad, yo estaba como otras veces de testigo, más bien me sentía e en el corazón de la autora, o en el recuerdo, porque… creo que estaba muerto.
Mi marido y yo nos miramos, no sabíamos qué decir, era como si nos estuviera anunciando:” eres tú esa mujer del sueño… la que terminará y firmará esta obra, y yo, me habré ido, amigos”
Él continuó:
-De todos modos, no es que le busque explicación, solo quería comentarlo con vosotros…
- Ya, perdona… si te entiendo, pero es que yo, no lo puedo evitar, siempre busco explicaciones a todo… ¿No te lo ha comentado nunca mi mujercita?¡es lo que tiene ser científico jeje!
-Pues, la verdad… (Arturo se quedó cortado ahí, no sabía qué contestar y yo intervine)
-¡Mira que eres reyezuelo, amor! ¡Como si nosotros…! Y me cortó para decir o rematar la frase:
-¡Ya, cariño…quieres decirme, que uno, cuando estás con tu amigo, no cuenta ni existe ¿no? jajaja
Y se echó a reír. Menos mal que Arturo ya sabía que era muy bromista y enseguida comprendió que iba a lo que iba… para terminar el asunto respondí:
-Pues más o menos como yo para ti cundo estás metido y concentrado en tus estudios… Entonces, Arturo, me interrumpió…
-Mira, hombre, te voy a demostrar que eres parte importante, a pesar de lo que dices, y que no nos estorbas, al contrario… Voy contar ahora mismo lo que toca para hoy…
-De verdad, Arturo, no pienso que os estorbo, en serio… Tampoco tú lo eres nunca para nosotros, para nuestra familia. ¿Lo sabes verdad? Solo bromeaba…
-¡Claro que sí, hombre, tranquilo… Pero de todos modos, igualmente: Hoy toca un tema algo delicado, pero no me molesta que tú estés escuchando, en absoluto (antes o después lo sabrás). A no ser, claro, que tú prefieras… prefieras esperar a que te lo cuente Amèli que tiene mejor voz que yo y es más amena para ti…
-¡Eres un canalla, tío! Me estás echando jajaja
-No, solo estoy avisando que lo que toca te…me... que prefiero…
-¡Vale, vale…! Lo pillo. Me voy al ordenador, adelantaré tarea para mañana… Me viene perfecto, gracias, generoso…
Cuando salía por la puerta, le grité: “¡oye has! Mi amor”
-¡No!, ahora no me llames, guapa, has elegido quedarte con tu amiguito pues…
-Querido... Solo quería recordarte que te toca recoger a los niños;)
-¡Anda que… ya os vale eh! Os dejo, ¡me largo…!
Aún así, a los dos segundos, se asomó y nos dijo:
-¡Tranquilos que ya me fui! (menudo payaso -pensé-… pero le adoro)
…
Después que nos tranquilizamos de todo lo anterior, le pedí a mi amigo que continuase con el relato.
Arturo comenzó…
Hoy, amiga, hablaré de mi origen. La parte que conoces, es la que yo creí como auténtica durante mucho tiempo, al igual que Laura.
Ahora, es el momento adecuado para que conozcas lo que descubrí, de ello, cuando regresé a España avisado del infarto de mamá.
Verás… Después que le dieron el alta y volvimos del hospital, un día, hablando de su salud, le pregunté acerca del infarto; si fue provocado por alguna impresión, o fue algo sin causa aparente. Pues los médicos, me habían contado que no quiso hablar sobre este asunto con ellos. Y me preocupaba que hubiese sucedido algo que la tuviera inquieta o asustada.
Ella, ante mi pregunta, respiró profundamente. Se acercó a mí y me miró. Tomó mi cara entre sus manos y besó mi frente…Volvió a respirar, me pidió que la acompañase y me sentara cerca de ella. Despué, comenzó diciendo:
“¡Ay, hijo! Hay algo que no te he contado aún. Algo que ni yo misma sabía ni hubiera imaginado nunca ¡ni en pesadillas!.Y ¡Ojalá! No lo hubiera sabido, así no me vería en la situación de tener que contártelo. Pero siento que tienes derecho a saberlo. Se trata de ti y además, es importante para que seas tú quien decidas si… si”
La vi tan vencida que la interrumpí, Améli.
-Déjalo, no te preocupes, por favor. No me importa lo que sea. No tienes que contarme nada más. Lo que importa ya lo sé…
Me moría por saber qué era aquello, pero ¡qué podía hacer! Amiga…
“No, Arturo, (respondió) es algo de suma importancia para ti. Al menos, así lo estimo. Por eso, desde esa creencia, tengo que ser consecuente conmigo y… Contártelo. No podría morir en paz con ese secreto en mi pecho.”
-Si hablar conmigo te ayuda a liberarte, adelante, madre… Te escucho. Entre los dos, seguro que lo vemos, tal vez, como algo menos...
Ella, me interrumpió para continuar su relato...
“Tú, hijo mío, recordarás que fue tu abuelo el que consiguió salvarte de la muerte a la que aquella mujer (tu madre biológica) te había condenado… Pues, aunque tu padre aceptó casarse con ella y dejarme a mí, para salvar tu vida, luego, al morir él, volvías a estar en situación de condenado a muerte ¿comprendes?
Tu abuelo, después del funeral de tu padre, vino a verme.Quería salvarte, convencera a quella mujer de que... Me preguntó, si yo estaría dispuesta a hacerme cargo de ti, a hacerme pasar por tu madre con todas las consecuencias que eso conllevaba… Tendría que salir del pueblo inmediatamente, y dejar el rumor de que iba embarazada de su hijo, recientemente fallecido. Me dijo, que si yo aceptaba, él se encargaría del resto. Que no quería imaginar entregarte en una inclusa ¿comprendes? Que antes dejaría que esa mujer hiciera lo que pensaba hacer… No te imaginas lo que sentí, hijo. No lo dudé un segundo. Pero también pensaba en mis padres, en la vergüenza y sufrimiento que eso les ocasionaría. Pronto, comprendí que siendo todo ello doloroso, para mí, no había nada peor que dejar morir al hijo del hombre que tanto amaba. Él lo había entregado todo por ti… y yo también lo haría. Él, deseó, lo sé... que tú hubieras sido hijo nuestro... Así, me ilusioné, tú serías nuestro, ¡solo nuestro! y de nadie más ¿Comprendes? Para mí era como conseguir hacer realidad mi sueño de unirme con él eternamente… tú serías ese nexo sagrado de nuestro amor, nuestra alianza...
Al fin, a pesar de la oposición y ruegos de mis padres, me puse de acuerdo con tu abuelo para huir del pueblo. Dejando, eso sí, una carta a mis padres en la que les contaba que en cuanto “diese a luz” les avisaría de dónde podían ir a vernos. Sabía que me perdonarían y vendrían en nuestra ayuda, en cuanto supieran dónde podían encontrarnos. Ya sabes tú, cómo eran de buenos y generosos tus abuelos… y ¡cuánto te querían, hijo!
Pasé los meses de tu embarazo en un convento…El mismo, en donde una noche trágica, se presentó, por fin, tu abuelo con tu madre… a punto de dar a luz. A la mañana siguiente, tú ya habías nacido y te recibí, temblando y emocionada, en mis brazos; pero… Pero tu madre murió sin llegar a ver la luz de ese día, que para mí, a pesar de esa tragedia; fue maravilloso y feliz...Sentía que contigo, recuperaba, de algún modo, a tu padre. Y la esperanza renació de nuevo en mi vida...La muerte y la vida siempre de la mano, inseprables, ya ves…
Allí estuve contigo casi un año… Yo, ayudaba lo que podía en el convento, y las monjitas, me ayudaron a sacarte adelante, mientras me enseñaban cómo cuidar de un niño pequeño.Siempre les estaré agradecida por el interés y cariño que pusieron en los dos.
Una de las monjas, era hermana de tu abuelo (paterno), gracias a eso, todo se pudo conseguir en absoluto secreto. La idea, era que cuando nacieras, figuraras como hijo mío y que tu madre pudiera salir de allí, una vez recuperada, como si no hubiera pasado nada y, sin saber, a quien iban a entregar al niño… Tristemente, no sucedió todo como esperábamos y hubo que… Tu abuelo nos había engañado a su hermana y a mí, a todos... Cariño:
Ante la muerte de ella durante el parto, confesó que… que la había retenido contra su voluntad, y que nunca estuvo de acuerdo con él, que lo que quería era abortar y olvidar….
Al parecer, el padre de ella, a pesar de que su hija fuera bastante independiente, hacía meses que al no tener noticias de la hija, había denunciado la desaparición. Temía que intentando abortar le hubiera pasado algo, denunció que iba embarazada… Tu abuelo, decidió huir. Decidió que saldría de España, aprovechando que estábamos muy cerca de la frontera con Portugal… Pero antes, arregló con su hermana, que el niño, tenía que seguir siendo para mí, que no lo entregarían a la familia de la madre, que al fin y al cabo no te habían querido nunca tampoco.
En aquél convento, había otras mujeres, otros niños… y otras jóvenes embarazadas, algunas, dejarían allí a sus hijos después de dar a luz. Por eso, cuando la guardia civil fue avisada y fue a tomar cuenta del suceso, no sospecharon nada raro. Las monjas dijeron que aquella mujer llegó después de haber dado a luz, que la llevó un hombre que luego marchó sin avisar ni dar seña alguna…Contaron que ella iba mal y no pudo contar nada.
Así quedó la cosa, creyeron que habrían entregado por ahí al hijo o que habría nacido muerto y lo abandonaron.
Cuando, por fin, mis padres me consiguieron una casa en la ciudad, marchamos de allí y nunca más volvimos ni supimos de las monjas.
Tu abuelo, nunca volvió a España. Quedamos en no tener contacto alguno para que nadie pudiera comprometer tu futuro, apartándote de mí.
Y así lo cumplimos, hasta..." En ese momento mamá se levantó, yo la seguí...
" Hasta que hace poco, rompió ese pacto y alguien vino a verme de su parte… Se trataba de una persona contratada con el fin de encontrarme y entregarme una carta suya…
Mi infarto, hijo, sobrevino, a raíz de ella.
Me contaba que no quería morir sin… que quiere conocerte. Quiere verte Arturo. ¡ exige verte porque dice que tiene derecho a ello! Dice…, que quiere nuestro perdón ¡a buenas horas! (es un cabrón, perdóname hijo, pero ese hombre es un canalla, un asesino…) Y, dice que se encuentra muy mal y que además, a pesar del tiempo transcurrido, tiene miedo a la justicia (no me extraña). ¡Menos mal! Que no imagina que vives en Francia… Arturo."
-Pero mamá, ¡qué importancia tiene! No sé porqué no quieres que,¡¡ porqué le odias así?… Yo estaría encantado de ir a ver a mi abuelo…
"¡Calla hijo! no digas eso, por Dios, ¡si supieras…! No creas que este hombre es como era mi padre. Mi padre sí era un abuelo, un hombre bueno que… que te quería, que respetaba y amaba a los suyos. Pero este, este es un …"
-Se echó a llorar, Améli… lloraba y lloraba desconsolada mientras repetía siempre lo mismo: “¡Si tu supieras, hijo, si tú supieras!”
Cuando consiguió clamarse, se dirigió hacia su cómoda. Abrió uno de los cajones y de una caja sacó un papel arrugado mil veces y luego estirado… Me lo alargó diciendo:
“Esta es la carta, cariño. Para mí, este hombre, a pesar de lo que dice, carece de todo derecho sobre ti. Pero tú, sí tienes el derecho de saber la verdad. Aunque a veces, la verdad sea trágica y muy dolorosa, mi niño. Lo que vas a saber es terrible. Eso fue lo que casi me cuesta la… la vida.
Quiero, también, decirte algo. Algo, que he pensado detenidamente: Si a pesar de todo, quieres ir a conocerle, te ruego que lo hagas, solo en caso de ser por deseo tuyo, no por cumplir el suyo… ¡Ese hombre solo merece nuestro desprecio, Arturo! ¡El tuyo, el mío y el de tu pdre! No olvides nunca que eres hijo nuestro, solo nuestro: De Miguel y Laura.
Y si vas dile… dile, que ni en la hora de la muerte le perdonaría yo ¡NUNCA! (Díselo así hijo)”
-¡Dios…! Cuanto odio Y dolor resbaló por cada una de sus palabras, amiga mía…
Intenté calmarla.
-No te preocupes mamá… Si tú no quieres, si tanto te duele lo que haya hecho mi abuelo, pasaré de él. Te prometo que no iré a verlo, la verdad, nunca le necesitamos y ahora menos ¿no? ¡Tranquila, mamá no me asustes!
Más que abrazarme, cayó en mis brazos derrotada… No era capáz de imaginar qué cosa tan terrible le contaba mi abuelo en su misiva, pero lo que fuera, para ella, era como una daga que segaba su vida cada vez que pensaba en ello…
La acerqué a su sillón y la ayudé a sentarse. Y le ofrecí un vaso de agua para que pudiera tragar la pastilla que acaba de poner sobre su lengua… Recostó su cabeza sobre la butaca y cerró los ojos. Subí sus piernas sobre la banqueta y la cubrí con la mantita. La besé en la frente y me senté a su lado… No me atrevía a apartarme de su lado. Al ratito, vi que dormía y respiraba sin agobio alguno.
Entonces, busqué, en mi bolsillo, aquél papel arrugado decidido y leí...
...
Amiga, que horror...Qué horror y desesperación puede provocar, a veces, un descubrimiento.
Leyendo la confesión de aquél hombre, pude comprender porqué mi madre se sintió perdida ¡herida!, porqué donde antes nació una sonrisa, brotó, después, sangre como de una herida…
UNA HERIDA DE MUERTE.
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